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Una verdad superior en Arraianos (Eloy Enciso, 2012)



Realidad, ficción, fantasía, sueños, tradición y magia se juntan en una experiencia sensorial que trasciende la pantalla. Todo lo que vemos en Arraianos deja poso, remueve al espectador, ya sea una sensación, un pensamiento o un simple escalofrío. Tiene momentos de verdadero poderío visual imbuidos de una gran capacidad evocadora. El pueblo se muestra como un lugar fuera del espacio y del tiempo, perteneciente a otra dimensión, a otro mundo al que nosotros no tenemos acceso. Pero Eloy Enciso y su equipo son capaces de transportarnos allí, de conocer a sus gentes y su folklore plagado de magia.


Durante todo el metraje se tiene una sensación continua de fascinación sobre cómo lo consigue, cómo logra provocar tanto en el espectador. ¿Es la fotografía? Sin duda, en ocasiones de una belleza sobrecogedora. ¿El sonido? Por supuesto, especialmente cuando se trata de capturar el mundo sonoro de la naturaleza. ¿El montaje? Aunque siempre es complicado de explicar, la yuxtaposición de imágenes de bosques con incendios, de lo nuevo con lo viejo, de los animales y las personas, del hombre y la mujer... todo esto está combinado con un ritmo pausado pero muy certero, dejando que las imágenes respiren, exprimiéndolas al máximo. El montaje aquí no busca significados sino sensaciones.


Y, por último, y lo más importante, Arraianos logra capturar al espectador con las decisiones de puesta en escena. Y no precisamente cuando más evidente es la misma (interpretaciones hieráticas, composiciones cuidadas al milímetro) si no cuando la realidad se revela tal y como es, sin filtros (o al menos muy bien escondidos). Sorprenden las imágenes del parto del ternero por ser testigos en primera persona de como la vida se manifiesta en todo su esplendor; o cuando las señoras cantan desde el corazón, probablemente no de forma espontánea, pero sí con una verdad incuestionable. Es difícil resumir Arraianos y todo lo que significa en unas pocas líneas, pero sin duda es un gran ejemplo de ese “otro cine” que se está haciendo en España desde hace algunos años, especialmente en Galicia gracias a cineastas como Enciso, Lois Patiño u Oliver Laxe, aunque también en Barcelona de la mano de Mauro Herce. Se trata sin ninguna duda del cine más estimulante que se ha hecho en España en las últimas décadas.


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