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The Look of Silence (Joshua Oppenheimer, 2014) o la Banalidad del Mal



En 1962 Adolf Eichmann, teniente coronel de las SS y uno de los responsables directos de la Solución Final, fue condenado por el estado israelí a ser colgado del cuello hasta morir. A raíz de aquel impactante proceso judicial, la filósofa Hannah Arendt planteó el concepto de la “banalidad del mal”: cualquiera de nosotros, en unas circunstancias concretas, podíamos convertirnos en un genio del mal como Eichmann. Solo tres años más tarde, en Indonesia se produjo un episodio que confirmaba la teoría de Arendt: tras un intento de golpe de estado, milicias populares bajo el mando del ejército asesinaron a más de 500.000 personas acusadas de pertenecer al Partido Comunista de Indonesia (PKI). ¿Cómo se convive con los verdugos?


Este es uno de los grandes temas que explora Joshua Oppenheimer en su díptico The Act of Killing y The Look of Silence: cómo los asesinos viven impunes y celebran las barbaries que perpetraron, al tiempo que las víctimas callan. Mientras que la primera parte estaba centrada en el relato de los asesinos, The Look of Silence convive con las víctimas y explora el tema de la memoria y la ceguera de un país roto por el odio. La película plantea algo arriesgado: echar una mirada atrás y reabrir heridas mal cerradas para que no solo uno, sino los dos bandos puedan superarlo. Aunque en un contexto muy diferente y con su propia idiosincrasia, aquí en España ya nos suena este tema. El problema en Indonesia es que los verdugos siguen en el poder y excavar en el pasado solo puede ser, aunque valiente, muy peligroso.


Una de las grandes virtudes de The Look of Silence es su capacidad para reunir a víctimas y asesinos en la misma habitación, a no conformarse con la historia oficial y a forzar una mirada atrás muy necesaria. Y todo gracias a un protagonista frágil y fuerte a la vez, alguien con el valor de mirar a los ojos a aquellos que se jactan de matar a su hermano bárbaramente, sus propios vecinos, que con machetes pusieron fin a su vida de forma atroz (la suya y la de otros cientos). Cuarenta años más tarde reconocen los hechos pero no su culpabilidad: “eran comunistas”, “no tenían religión”, “había que hacerlo...”. ¿En qué cabeza cabe que personas normales se conviertan de la noche a la mañana en salvajes asesinos a sangre fría? Sorprende, y a la vez no, que estos individuos bebieran la sangre de sus víctimas “para no volverse locos”. Pero, ¿aún estaban a tiempo de mantenerse cuerdos? O, ¿hacía ya tiempo que perdieron la razón?


Oppenheimer logra con The Look of Silence el espejo perfecto para The Act of Killing, un díptico cerrado que se interroga a sí mismo sobre la naturaleza del ser humano, sobre su capacidad de matar a su igual y sobre la propia conciencia acerca de este hecho. Su estilo directo, sin concesiones, sin censura, audaz y crudo puede parecer poco depurado pero el mensaje cala hasta el fondo, especialmente gracias a ese universo demencial poblado de caciques, a hombres centenarios, a la ominosa jungla y, sobre todo, a convivir día a día con la barbarie. Para concluir, la película contiene una secuencia verdaderamente escalofriante: el padre de Adi, centenario, ciego, sordo y cojo, se arrastra por su habitación totalmente desorientado, aterrorizado al no reconocer su hogar. El pavor es palpable y el pobre anciano, que ya ha perdido la cabeza, no es capaz de recomponerse. Así es como The Look of Silence presenta el mundo tras la barbarie: irreconocible, terrorífico, inconcebible, amenazador... ¿Quién querría vivir en un lugar así?

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