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Cousteau hijo intenta actualizar el mito marino en Wonders of the Sea 3D (2017)


En 1956 se estrenó en el Festival de Cannes el documental Le monde du silence, dirigido por el famoso explorador marino y divulgador científico Jacques Cousteau y por un joven Louis Malle. Era la primera vez que se proyectaban imágenes en color del fondo marino, descubriendo a los espectadores un exuberante y pictórico mundo de peces, corales y maravillas desconocidas. El amarillo de las bombonas de oxígeno contrastaba fuertemente con el azul infinito de las profundidades y acompañar por primera vez a Cousteau y su equipo en sus exploraciones era algo indescriptible. La mirada sincera (aunque puesta en escena) de quien muestra por primera vez algo que sólo él conoce dotaba a la película de una verdad cautivadora, de forma similar a las primeras películas de los hermanos Lumière. Y a la vez tenía la capacidad de llevarnos de la mano a un mundo de fantasía extraterrestre similar al de una película de ciencia ficción en Technicolor. El efecto fue arrollador: Le monde du silence se llevó el Oscar y es el único documental (junto a Farenheit 9/11) que se ha llevado la Palma de Oro en el Festival de Cannes.


Han pasado ya 61 años desde aquel triunfo y ahora es el hijo de Jacques, Jean-Michel, quien toma el relevo de su padre con su propia actualización del mito marino en Wonders of the Sea 3D (Jean-Michel Cousteau y Jean-Jacques Mantello, 2017). Y si Cousteau padre se atrevió a mostrar el mar de una forma excitante y provocadora con su uso del color, Cousteau hijo se lanza a la aventura con el uso del 3D. Y si el padre tenía como aliado al director de cine Louis Malle, el hijo debía encontrar a alguien como mínimo a su altura: nada menos que el culturista, actor y exgovernator Arnold Schwarzenegger, que produce y presta su voz a la película. Wonders of the Sea 3D es un "festín visual", como la define el actor austríaco, una orgía de color y luz ambientada en un riquísimo mundo de pequeñas pero fascinantes criaturas. Desde el diminuto plancton hasta los tiburones, pasando por corales, nudibranquios y extrañas criaturas transparentes, la familia Cousteau nos guía por todo el planeta descubriéndonos la riqueza de la vida marina y concienciando de nuestro deber para preservarla.


Las imágenes son ciertamente espectaculares, especialmente en la primera parte. El uso de lentes macro, una gran estabilidad de imagen y una cuidada iluminación proporcionan una visión muy diferente, nítida y luminosa, de ecosistemas riquísimos e inimaginables diseños evolutivos. La definición es pasmosa y se llega a un nivel de detalle nunca visto al entrar casi dentro de los propios corales, moviéndonos entre insinuantes y venenosos tentáculos, caminando junto a elegantes crustáceos u observando el festival del apareamiento masivo de los calamares. Las cámaras se acercan tanto a los animales que la sensación de inmersión (más que nunca se evidencia, especialmente cuando el 3D se aprovecha verdaderamente. Si a esto añadimos un interesante coro de voces en off formado por Cousteau y sus dos hijos, junto a Scwarzenegger, el resultado es un filme seductor e innovador por momentos.

Sin embargo, ni el 3D digital tiene el impacto que tuvo el color en celuloide, ni Arnold Schwarzenegger es (¡sorpresa!) Louis Malle. La película atrapa al espectador durante toda una primera parte dominada por corales, peces de colores y divertidas babosas. Pero ningún otro hábitat de los que aparecen en la película vuelve a estar a la altura de lo ya visto, por lo que se pierde ese punch inicial. Wonders of the Sea 3D no es Planet Earth y aunque por momentos se acerca, la sensación es diferente y el mensaje ecologista no queda tan claro. En cuanto al uso del 3D, como siempre, nadie (salvo quizá James Cameron) ha sido todavía capaz de aprovecharlo debidamente. Nos tenemos que conformar por tanto con algún plano llamativo de vez en cuando dentro de una narración que en 2D tendría el mismo impacto. Y a pesar de que contar con el intérprete de Terminator es llamativo y genuinamente original, su presencia en la película no está del todo justificada.


Jacques Cousteau consiguió impresionar al mundo en una época en la que la imagen tenía mucho más valor y la técnica era mucho más primitiva. El mundo moderno, sin embargo, tiene el ojo demasiado acostumbrado y la sorpresa debe ser realmente mayúscula para impactar al espectador. Jean-Michel lo intenta pero, lamentablemente, se queda a medias. Quedémonos con las impresionantes imágenes de los corales y de esas explosiones de color y luz, ya que ahí reside el verdadero valor de la película.

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